FIGLINAE / DRESSEL 20

FIGLINAE

Los alfares o talleres cerámicos romanos eran extremadamente funcionales y con gran capacidad de transformación, cambiaban conforme lo hacían las necesidades del lugar. Estos constaban con tres zonas diferenciadas para la fabricación de elementos cerámicos:

1. Zona de precocción (áreas de extracción de materias primas, áreas de tratamiento de materias primas, área de modelado y área de secado). 

Entre estas áreas debemos destacar el área de modelado, que era una estancia espaciosa y luminosa integrada en el propio taller donde se situaban los tornos. Es probable que en esta estancia también se situara el área de secado de las piezas. Este proceso conllevaba varios días ya que el secado se hacía de forma gradual. 

2. Zona de cocción (hornos).

Los hornos que se disponían en estas zonas solían ser circulares y semisoterrados, siendo las cámaras de combustión las que se encontraban bajo el nivel del suelo original. Estos hornos estarían fabricados con una técnica característica, las paredes de la estructura estarían construidas con restos de ánforas formando hileras con los restos colocados horizontalmente. En algunas ocasiones estos restos de ánforas estaban mezclados con fragmentos de tegulae (teja) y reforzados con sillares. La parte superior del horno era de adobe y tenía forma de cúpula.
Las piezas cerámicas solían quedarse en los hornos varios días mientras estos se enfriaban. 

3. Zona postcocción (área de almacenamiento, área de vertederos o área de modelado si la pieza requiere de decoración tras la cocción).

Una vez los hornos se enfriaban, se sacaban las piezas y eran almacenadas, en ocasiones en grandes estancias o al aire libre, hasta que finalmente salían del taller para ser comercializadas. 
En cuanto a las áreas de vertidos en las que se desechaban las piezas defectuosas o fragmentadas suelen albergar también las cenizas y carbones que resultaban de la cocción de las piezas en los hornos, tras la limpieza de estos.


Áreas de un taller de alfarería romano. Fuentehttps://www.docsity.com/es/paleografia-abreviaturas/3901994/ 


El emplazamiento de estas alfarerías respondía a varios factores, principalmente a la navegabilidad de los ríos que se encontraran en las inmediaciones (el Guadalquivir era navegable hasta Corduba y el Genil hasta Astigi). Algunos de estos alfares cumplían una doble función: la de lugar de fabricación de elementos cerámicos y la de lugares de embarque de productos, ya que estos complejos se localizaban principalmente en las zonas navegables de los ríos Guadalquivir y Genil.


Mosaico romano sobre una alfarería con horno. Fuente: https://www.pinterest.es/pin/335447872228623472/ 


DRESSEL 20

Las ánforas globulares Dressel 20 son uno de los tipos anfóricos mejor conocidos y más extendidos de la Bética. Constituye el principal recipiente del aceite bético altoimperial, con una enorme difusión en la mitad occidental del Imperio Romano. 

Su área de producción  y comercialización mayor se sitúa en el valle del Guadalquivir. Los restos arqueológicos de alfarerías dedicadas a fabricar Dressel 20 se encuentran, sobre todo, en la ribera de los ríos Guadalquivir (Baetis) y Genil (Singilis), en el triángulo que forman los conventus de la Bética: Hispalis, Corduba y Astigi.

Estas ánforas globulares aparecen a finales del periodo Tiberiano reemplazando a las ánforas ovoides del periodo Tardorrepublicano y Augusteo. 

En cuanto a sus características, cuentan con paredes gruesas, cuello corto y cilíndrico, pivote pequeño cónico, asas cortas y gruesas de sección circular y perfil arqueado. El proceso de fabricación de estas ánforas solía durar varias semanas y constaba de varias partes. En primer lugar, se trabajaba el cuerpo esférico del ánfora en posición invertida sobre el plato de torno del alfarero. La base del ánfora se dotaba de un agujero para permitir la entrada de aire y favorecer el secado del interior del ánfora. El cuerpo del ánfora era secado sobre el soporte utilizado en la rueda del torno, para facilitar su transporte, y permanecía ahí durante varias semanas hasta que las gruesas paredes del ánfora estuvieran completamente secas. Una vez seco el cuerpo del recipiente, se tapaba el agujero de la base y se devolvía al taller. En ese momento se volteaba en posición vertical, se colocaba sobre un lebrillo y se le añadía la campana superior con el cuello y la boca. Finalmente, se añadían las asas, se cerraban los poros y se mandaba de nuevo a secar. 

Concretamente en la Bética, adquiere un aspecto muy estandarizado, aunque sufrirá leves modificaciones producto de la evolución. 

Estos recipientes son fundamentales para estimar la datación de un yacimiento gracias a la existencia, en su cuerpo, de inscripciones pintadas (tituli picti) y sellos impresos. En este sentido, podemos conocer su peso, el peso del aceite o los sellos relativos al alfar que fabricaba las ánforas. Normalmente, en el asa encontramos los sellos referentes al nombre del alfar o figlinae.

Otros recipientes que también se usaron para el transporte del aceite fueron Dressel 23, Keay XIV y XV, Tejarillo I y II, etc.


Ánfora globular romana tipo Dressel 20. Fuente: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Tituli_picti_dressel20.jpg



BIBLIOGRAFÍA

Carrillo Díaz-Pinés, J. R. (2012). Evidencias del comercio en época romana en la Subbética cordobesa, ROMVLA 11, pp. 59-94.

Díaz, J.J. y Bernal-Casasola, D. (2018). "El tejido productivo anfórico en el litoral de la Bética: análisis de la organización interna de sus talleres alfareros". En Figlinae Hispaniae. Nuevas aportaciones al estudio de los talleres cerámicos de la Hispania Romana, TREBALLS D’ARQUEOLOGIA DE LA MEDITERRÀNIA ANTIGA, 6, pp. 9-27.

García Vargas, E. (2003). Las ánforas olearias béticas del tipo Dressel 20 y sus sellos. A propósito de un libro reciente del profesor Genaro Chic García, Gerión. Revista de Historia Antigua VOL I, nº 2pp. 73-81.

Mateo Corredor, D. y Berni, P. (2017). "Dressel 20 (Costa Bética)". En Amphorae ex Hispania. Paisajes de producción y de consumo. http://amphorae.icac.cat/amphora/dressel-20-baetica-coast 

Pérez Ballester, J. (2012). Recipientes cerámicos para aceite y vino en la Antigüedad. Arqueología e iconografía, XV Congreso anual de la Asociación de Ceramología. La cerámica en el mundo del vino y del aceite, pp. 12-43.

Remesal Rodríguez, J. (2004). Alfares y producciones cerámicas en la provincia de Córdoba. Balance y perspectivas, Figlinae Baeticae: talleres alfareros y producciones cerámicas en la Bética romana (ss. II a.C.-VII d.C.): actas del Congreso Internacional, Cádiz, 12-14 de noviembre de 2003, VOL. I, pp. 349-362.

Comentarios

Entradas populares de este blog

RUTA PATRIMONIAL DE LOS PICACHOS

YACIMIENTO "CORTIJO DE PACO REYES"

YACIMIENTOS "SOTO DEL REY/ VAQUERIZA DE CRENES/ LAS MONJAS"